T.K.V. Desikachar ,del libro «El corazón del Yoga»
Uniendo la respiración y movimiento
El yoga es mucho más que una práctica que involucra la respiración y el cuerpo. La calidad de nuestra respiración es muy importante porque expresa nuestros sentimientos internos.Si sentimos dolor, éste se muestra en nuestra respiración. Si nos distraemos perdemos el control de ella. Esta es la unión entre nuestro cuerpo interno y el externo. Sólo cuando unimos el cuerpo, la respiración y la mente realizamos la verdadera cualidad de un āsana.
Para reconocer nuestro personal punto de partida, debemos empezar por explorar nuestro cuerpo, incluyendo la respiración. Para esto, sólo usamos ejercicios de respiración, como hacer la inhalación lo más larga posible. De esta manera podemos observar si es nuestro pecho o el abdomen el que se expande o si la espalda se ensancha con la respiración. Para explorar el actual estado del cuerpo, usamos movimientos dinámicos de los brazos, las piernas y el tronco. Por ejemplo, exhortamos a un grupo de estudiantes principiantes de yoga a levantar y bajar los brazos. Entonces les preguntamos, “¿El movimiento del brazo estiró ante todo su espalda o alguna otra parte de su cuerpo?” Algunos dirán que el movimiento estiró su espalda; otros habrán notado una predominante extensión en los hombros.
La razón por la cual las personas tienen diferentes experiencias en una situación como ésta, es porque cada quien inicia estos movimientos largos de diferente manera. Los que tienen la espalda rígida encuentran que todo el esfuerzo para iniciar el movimiento de los brazos viene desde los hombros, mientras que los que son más flexibles notarán que la iniciación sucedió en el omóplato, cerca de la espina.
Observar el cuerpo de esta manera, constituye el primer paso para cambiar la incomodidad o los hábitos ineficaces de los movimientos y las posturas que causan rigidez y que a la larga dificultan el flujo de energía vital a través del cuerpo. Este tipo de investigación requiere de un maestro que guíe a los alumnos por su viaje de descubrimiento. Si él no puede hacer esto, los estudiantes no sólo estarán en peligro de no entender bien el yoga, sino que también se desanimarán.
El primer paso de nuestra práctica del yoga es unir conscientemente la respiración y el cuerpo. Lo hacemos permitiendo que la respiración guíe cada movimiento mientras practicamos los āsanas . La correcta unión de la respiración y el movimiento es la base de toda la práctica de āsana. El sencillo ejercicio de levantar los brazos al inhalar y bajarlos al exhalar nos ayuda a encontrar el ritmo de la respiración y el movimiento combinados.
Por lo general, no estamos conscientes de nuestra respiración. Es un proceso automático y lo hacemos sin deseo o voluntad. Para coordinar la respiración y el movimiento, nuestra mente debe seguir atentamente a su unión. Cuando hacemos esto, la inhalación y la exhalación ya no se efectúan de forma automática, sino que se convierten en un proceso consciente.
El aspecto más importante de la práctica de āsanas es encontrar la unión natural entre la respiración y el movimiento. Se requiere determinar si cierto movimiento incrementa o facilita la inhalación o la exhalación, y después asegurarse que esa respiración es la que combinamos con el movimiento en el cual estamos concentrados.
Continuando con nuestro ejemplo del movimiento de brazos, arriba descrito, el ritmo natural de respiración debe de mostrar un alivio, tanto en la inhalación al alzar los brazos como al exhalar cuando los bajamos. También, la duración de la inhalación y de la exhalación determina qué tan rápido se levantan y bajan los brazos. Al practicar este sencillomovimiento podemos aprender los principios básicos del yoga, esto es, estar involucrados por completo con nuestras acciones.
Una respiración conscientemente dirigida ayuda y fortalece la coordinación natural de la respiración y el movimiento. Por ejemplo, en una exhalación natural las costillas se hunden, mientras que el diafragma se levanta y la parte delantera del vientre se mueve para atrás hacia la espina. Sucede lo mismo en nuestro interior al flexionarnos hacia delante; esto es, las costillas se hunden y el vientre es empujado para atrás hacia la espina. Así que para ampliar la respiración natural, exhalamos en todos los ejercicios donde la flexión hacia delante sea el movimiento principal de nuestro cuerpo.
Al realizar posturas de flexión hacia atrás tales como dvipāda pītham (postura de tabla) o bhujangāsana (postura de cobra), el movimiento de las costillas levanta el pecho y provoca que la espina se doble hacia atrás. Combinando en forma deliberada la flexión hacia atrás con la inhalación, se facilita el movimiento y lo hace más efectivo. (En contraste con las flexiones para delante, que se hacen sólo en la exhalación. En ciertas flexiones para atrás tenemos la libertad de respirar hacia adentro y hacia fuera. Esto se discutirá más adelante).
Respiración natural en la flexión hacia delante, mostrada en (1) uttānāsana (flexión hacia delante de pie).
También, los giros están muy ligados a un patrón específico de respiración. Cuando la espina y las costillas giran, el espacio entre ellas se reduce y el área abdominal se comprime un poco, al tiempo que el diafragma se mueve hacia arriba. Así, si combinamos el comienzo del giro con una exhalación, estaremos siguiendo un patrón natural de respiración.
En esencia, las reglas para unir la respiración con el movimiento son sencillas: cuando contraemos el cuerpo exhalamos y cuando lo expandimos, inhalamos. Las excepciones son para cuando queremos crear un efecto particular en el āsana al alterar un patrón natural de respiración. Como dije antes, no solo inhalamos y exhalamos sin poner atención, sino que en lugar de eso, nos aseguramos que la respiración inicie el movimiento.
La duración de la respiración determinará la rapidez del movimiento. Con el tiempo esta integración se vuelve natural.
Existen varias formas que nos alientan para estar conscientes de la respiración y el movimiento, para así evitar repeticiones sin sentido. Un buen método para hacer esto es introducir una pausa corta al final de cada movimiento. Por ejemplo, después de alzar los brazos al tiempo que respiramos, podemos hacer una pequeña pausa. Entonces, después de que bajamos los brazos con una exhalación, podremos hacer otra pausa. Hacer esto al final de cada movimiento nos ayuda a estar conscientes, tanto del movimiento como de la respiración. Cuando perdemos atención, nuestra práctica se vuelve mecánica y por lo tanto, ya no estamos haciendo yoga.